Christiaan Barnard no nació siendo leyenda. Era un médico común, con virtudes y defectos, y una vida personal desordenada. Mujeriego, vanidoso, no fue ejemplo de estabilidad ni de constancia familiar. Pero hubo algo que lo separó de la multitud: entendió y practicó una convicción que marcaría su destino. Barnard estaba convencido de que lo que…